Siempre se nos ha dicho que mientras más organicemos y planifiquemos las acciones a tomar, será mucho mejor. Esto vale para los negocios, para las decisiones personales, para los viajes, entre otras áreas. No obstante, no se puede estar prevenido ante lo que sucederá en todo momento. Algunas veces correr riesgos no es solo inevitable sino también necesario, si queremos ganar en grande.
Asumir riesgos es, en determinadas situaciones, positivo ya que nos lleva a ser innovadores. También a encontrar respuestas en lugares donde, en otras circunstancias, no las hubiésemos creído posible. Esto lo saben bien los deportistas, los empresarios, así como los jugadores profesionales de casino blackjack y otras dinámicas. Sin riesgos la vida sería mucho más monótona y no obtendríamos grandes recompensas.
En adelante analizaremos a detalle lo que significa arriesgarse y por qué, en más de una ocasión, es aconsejable incorporar los riesgos a la ecuación.
¿Tomar riesgos es igual a ponerse en peligro?
Cuando pensamos en riesgos, tendemos a asignar a la palabra un significado negativo. Sin embargo, el riesgo no es más que la probabilidad de que ocurra un evento como consecuencia de una decisión determinada. Dicho evento puede ser desfavorable. Por ejemplo, si manejo mi auto de forma temeraria existe un riesgo alto de que sufra un accidente.
Pero también el riesgo puede ser resultado inevitable de algo positivo: si he ahorrado lo suficiente y compro el carro de mis sueños existe cierto riesgo de que sufra un accidente al conducirlo. Este puede ser alto o bajo, dependiendo de otros factores (mi experiencia al volante, las condiciones de la carretera, si he ingerido o no alcohol u otras sustancias antes de sentarme al volante, si es de día o de noche, etc).
Es imposible controlar todas las variables, pero sería un desperdicio privarse de tener el auto que siempre se ha deseado por no arriesgarse un poco. Así sucede en diferentes ámbitos de la vida.
El real peligro: la exposición
Por su parte, estar en peligro tiene que ver con exponerse, deliberadamente o no, a situaciones que potencialmente causarían daño a nuestra integridad o a nuestra vida (Diferenciador.com). Por ejemplo, entregar un arma blanca a una persona desequilibrada significa exponerse o exponer a otros a un peligro inminente de lesiones o incluso de muerte.
A diferencia de los riesgos, los peligros no se asumen como parte de una decisión que nos podría llevar a un bien mayor, sino son consecuencia de acciones muchas veces innecesarias o inconscientes.
Otra clase de peligros son los que se dan por fuerzas de la naturaleza, como lo pueden ser los desastres naturales o las enfermedades. Ejemplo de ello son las poblaciones que se asientan en zonas sísmicas, donde hay peligro de terremotos, o en costas con posibles huracanes y tormentas. También decimos que, ante una epidemia contagiosa, el personal médico está en peligro de enfermarse, pero es necesario exponerse porque alguien debe hacer ese trabajo.
Aunque el riesgo y el peligro se relacionan de cierta manera y muchas veces son usados como sinónimos, vemos que no son lo mismo.
Los riesgos pueden ser gestionados de forma eficiente
Al tratarse de una parte inevitable de ciertas decisiones, concretamente dentro del mundo empresarial, suele dedicarse tiempo y esfuerzo a evaluar, sopesar y planificar cómo se actuará ante ciertos riesgos. La disciplina que se encarga de medir y gestionar institucionalmente los riesgos es denominada Risk Management, o gestión de riesgos, en español.
Cuando se elaboran planes o proyectos hay que contemplar todo aquello que pueda afectar el éxito de los mismos, es decir, los posibles escollos que nos encontremos en el camino. Ya sea una situación que signifique extender el tiempo o el presupuesto que se dedica, tomar caminos alternos para la resolución de problemas, tener en cuenta el rendimiento desigual de los participantes, etc.
Para todo ello existen los gestores de riesgos, que se capacitan para identificarlos, analizarlos y dar una respuesta oportuna ante ellos (Asana.com, 2023).
La gestión de riesgos contempla no solo los eventos desfavorables sino los llamados “riesgos de oportunidad”, que ocurren cuando conscientemente nos arriesgamos a probar alternativas que se cree serán beneficiosas para nuestros proyectos. Tal es el caso de incorporar tecnología reciente o profesionales con una visión distinta.
Si nos sucede que, fruto de un gran trabajo, nuestra empresa de marketing digital es muy exitosa y logramos crecer en redes sociales, corremos el riesgo de vernos rápidamente sobrepasados en cuanto a nuestro servidor de internet o nuestro equipo humano. Los gestores de riesgos están allí para apaciguar esta situación comprometedora en que nos vemos por tomar una especie de riesgo positivo.
El riesgo en los juegos de casino
La industria de las apuestas y los juegos de casino se alimenta de los riesgos. La victoria y la derrota son eventos probables, significa que cada vez que apostamos corremos el riesgo de perder, ¿no es así? De igual forma los operadores de los casinos toman el riesgo de tener que pagar grandes sumas de dinero en un corto tiempo si es que varios jugadores aciertan a premios grandes de forma simultánea.
Para estos supuestos hay que saber manejar eficientemente los riesgos y controlar en la medida de lo posible nuestras pérdidas potenciales. Es cuestión de prever cuánto se puede arriesgar.
